Reseña Persona (1966) Dir. Ingmar Bergman
¿Te has preguntado qué pasaría si decides dejar de hablar y emitir cualquier sonido? Seguramente ya has pensado en eso y la idea te resulta bastante incómoda; pero con el director de cine Ingmar Bergman no fue así. Al contrario, en la película Persona estrenada en 1966 cuenta la historia de una actriz que deja de hablar durante una presentación de teatro. La enmudecida actriz es internada en un hospital y establece una relación con su enfermera. Quizá hasta ahorita puede resultar bastante superficial el hecho de perder la voz, pero imagina por un momento que todos dejamos de hablar. Todos saldríamos afectados de distintas formas: la transmisión de las tradiciones, la idiosincrasia, la religión, las historias, los valores y todo aquello que forma parte de la personalidad resultaría imposible. Pero no vayamos tan lejos, la trama de la película no relata las peripecias de una sociedad afónica; narra la comunicación entre una enfermera y su paciente que perdió la voz, ambas chicas terminan por descubrirse y comprenderse. En casi toda la cinta, la enfermera sostiene un monólogo consigo misma, comparte su historia con el fin de establecer una conversación con el exterior enmudecido.
La desesperación, la burla y los llantos se apoderan de los personajes cuando conocen la otredad que encarnan. La actriz y la enfermera se fusionan y repiten las mismas palabras porque son prisioneras del lenguaje. Nadie está exento a repetir las palabras del pasado, aquellas que papá y mamá te enseñaron, esas que te definen como persona y que ponen entredicho la libre decisión del ser. ¿Cuál es la singularidad de mi persona si soy prisionera? No lo sé, pero Bergman muestra todo eso al proyectar la decisión que tomó la actriz: no hablar.
Si todavía no has visto esta película te invito a que la veas y experimentes las sensaciones que te pueda generar. Posiblemente tengas otra lectura, o tal vez te identifiques con alguna de las protagonistas. Yo me limito a no explicar la película completa, mejor prepara las palomitas y disfrútala.
Etiquetas: Ingmar Bergman, Persona, Reseña