La revolución del sonido en el cine
El cine, como lo conocemos hoy en día, es casi inconcebible sin la compañía del sonido, la banda sonora o los simples diálogos de los personajes, sin embargo, existió una época en los inicios de la industria fílmica en que esto no fue capaz de efectuarse con éxito, tanto por las deficiencias tecnológicas como las económicas o las creativas.
Existen divergencias entre los expertos sobre la implementación del sonido sincronizado en la proyección de películas. Para algunos este cambio originó una decadencia en la era muda, etapa en la que aún se estaban estableciendo las bases y reglas generales para el lenguaje cinematográfico, para otros fue la herramienta que haría rentable la industria del cine, sin duda alguna un arma de doble filo[1].
Hágase la voz
La fascinación de los espectadores por ver imágenes en movimiento, a los actores y sus interpretaciones, representó para los cineastas, productores e inversionistas una oportunidad maravillosa, pero, como cualquier otra industria, que debería de evolucionar e innovar con cada paso que se daba.
Desde que Thomas Alva Edison inventó el kinetógrafo, hasta la llegada del aparato de los hermanos Louis y Auguste Lumière[2], el universo del cine ha sufrido innumerables cambios y transformaciones. Los obstáculos por los que han atravesado miles de cineastas a lo largo de los años han ido moldeando la creación de las películas.
Con los primeros experimentos de Edison ya se buscaba integrar el sonido a las imágenes proyectadas, pero sus esfuerzos nunca se concretaron y, al ser el cine ya algo novedoso y nunca antes visto, se dejó un poco de lado la incorporación de esta herramienta para décadas después.
Se sabe que el cine nunca fue completamente mudo, ya que era acompañado por la música de un piano o de alguna pequeña orquesta, incluso por sonidos producidos por los encargados de la proyección; a pesar de eso El Cantante de Jazz ha sido considerada por muchos autores como la primer película con sonido sincronizado, es decir, la voz del actor se escucha al mismo tiempo en que se ven en imágenes sus acciones, sin embargo existen algunas inconsistencias que sitúan su estreno en distintas fechas (9 de octubre de 1927[3], el 27 de octubre de 1927[4], 5 de octubre de 1927[5], inclusive en 1929[6]).
Gracias al éxito que obtuvo, la película dirigida por Alan Crosland marcó definitivamente el inicio de una nueva etapa para el cine, todos aquellos que estaban inmersos en el universo cinematográfico quedaron maravillados al poder vivir una nueva experiencia otorgada por el séptimo arte, lamentablemente El Cantante de Jazz vino por una necesidad comercial más que por una idea creativa, es así como la compañía Warner pudo evitar su hundimiento[7].
En el momento en que toda esta renovación ocurría, algunos directores vieron la oportunidad que les otorgaba este recurso y, en búsqueda del realismo[8], comenzaron a implementar esta herramienta en la creación de sus películas, pero debido al poco conocimiento del sonido, a su rápida adición y a las innumerables insuficiencias técnicas, parecían perjudicar a las películas más que reforzarlas
[…] la verdad fue que ni la música incorporada a la banda sonora pasó generalmente de esa
función de acompañamiento, al fin y al cabo superficial, ni el mundo de los ruidos se exploró apenas, y que
de la palabra se usó y se abusó, utilizándola sin ton ni son para repetir lo que las imágenes expresaban
de sobra o para decir lo que debería haberse expresado solamente con imágenes[9].
Al final de cuentas el realismo apareció, pero con él la reiteración de algo poco original que no aportaba ninguna emoción al espectador y que muchos directores no aceptaron al opinar que su llegada fue anticipada
La aparición del cine sonoro fue un reto a la imaginación de los intelectuales que éstos no supieron
recoger. Tan grande como había sido su entusiasmo fue ahora su decepción. Los movimientos de vanguardia
se extinguen y los intelectuales pronostican la muerte del arte al que la palabra arrebata de repente
todas las conquistas artísticas tan trabajosamente conseguidas durante un cuarto de siglo[10].
Do you speak English?
La cinematografía desde sus inicios, como cualquier arte o industria, ha representado una batalla entre creadores e inversionistas de todo el mundo para obtener las mejores ganancias, ser los más innovadores o estar siempre a la cabeza.
Francia, gracias a los hermanos Lumière y Georges Méliès, puede ser considerada como la cuna del cine, estableciendo algunas de las bases que se adoptarían alrededor de todo el mundo, tanto creativas como comerciales, lo que hizo que el planeta girara la cabeza hacia ellos.
Es bien sabido que las aportaciones alemanas, rusas e inglesas (por mencionar algunos ejemplos), fueron también de suma importancia y que, aun en la actualidad, son la guía que muchos cineastas siguen para obtener resultados favorables en cada una de sus películas, sin embargo, Estados Unidos no se podía quedar atrás y, aprovechando el cine como industria, logró consolidar a Hollywood como la capital del cine, como lo es incluso hasta la actualidad.
Con el estreno de El cantante de Jazz, aquellos que estaban vinculados con el séptimo arte se enfrentaron a una serie de problemas no sólo técnicos, sino también de logística. El hecho de que los diálogos se escucharan conllevaba que sólo un número reducido de personas podrían entender la película y eso reducía la oportunidad de comercializarla.
México, por ejemplo, fue considerado uno de los países más importantes para el mercado estadounidense y no se podía dejar atrás por el simple hecho de que se hablara un idioma distinto. Una de las medidas que se plantearon fue añadir subtítulos a las películas, pero no fue una opción realmente viable, ya que aproximadamente el 65% de la población en 1930 no sabía leer[11].
Ante la posibilidad de perder un público tan amplio, se comenzaron a producir cortos y largometrajes en español[12], intentando así llegar a toda América Latina y España. Con este cambio se le otorgó una oportunidad de crecimiento a los hispanohablantes: “la ventaja de unas películas habladas en la lengua de sus espectadores es tan grande, que el cine español se afianza en un gran sector de público […]”[13].
Después los problemas serían distintos, la competencia entre el cine de habla hispana versus la de habla inglesa se incrementó, así como entre México, Argentina y España, ya que cada uno ha intentado sobresalir y demostrar su capacidad creativa, pero ese es otro tema.
Si no puedes contra el enemigo, únete a él
Como se mencionó antes, el cine mudo tuvo grandes exponentes alrededor de todo el mundo: Sergei Eisestein (ruso), Erich von Stroheim (austriaco), George Méliès (francés), et caetera. Cada uno de ellos presenció las transformaciones por las que los filmes atravesaban, pero eso no significó que estuvieron de acuerdo.
Para Charles Chaplin (inglés), uno de los hombres más importantes dentro de la cinematografía mundial, el cine sonoro significó un gran error para el séptimo arte. Desde su punto de vista creativo, el sonido no aportaba un avance en la realización de películas y se negaba a implementarlo en sus producciones, sin embargo, al ver que el público dejaba de asistir a las funciones mudas[14], cedió ante la presión de los sonidos. Realizó Tiempos Modernos en 1936, en la que hace una fuerte crítica a las nuevas tecnologías, pero en la que aun demuestra su oposición utilizando los diálogos y el sonido ocasionalmente[15].
La demanda del público fue distinta y el gran maestro de la pantomima decidió experimentar la metamorfosis para darle al público lo que deseaba ver y para no quedarse atrás. Ya en 1940, con el estreno de El Gran Dictador (su séptimo largometraje y el primero con sonido [16]), Chaplin dejó en claro su enorme talento al presentar uno de los discursos más recordados en la historia del cine mundial, “una flamígera apelación en favor del humanitarismo y la lucha contra la opresión, por el futuro, que pertenece a todos los hombres”[17].
Como el de Charles Chaplin se presentaron otros casos notables. René Clair, fue un cineasta francés que había calificado el cine sonoro como “monstruo terrible, creación contra natura”, sin imaginarse que en 1930 crearía el mejor ejemplo de utilización del diálogo y la música con Bajo los Techos de París[18].
Con este par de ejemplos se puede observar la evolución que no sólo tuvo la creación de las películas con la adición del sonido, sino también la mentalidad de los cinematógrafos al enfrentarse a los obstáculos que implica crear un producto audiovisual, así como la satisfacción o la aceptación que los espectadores tengan ante la obra finalizada.
El progreso consiste en el cambio
El cine mudo es algo que tarde o temprano tenía que cambiar, así fuera en 1927, diez, veinte o treinta y cinco años después. Las películas siempre han buscado innovar y lo seguirán haciendo a lo largo de los años, Orson Welles lo expresó muy bien décadas más tarde “La televisión en directo está en trance de desaparecer, como el cine mudo, para convertirse en un mastodonte, un brontosaurio”[19].
Los cambios que experimentó el cine a partir de la irrupción del sonido apenas comenzaban, poco a poco se buscaría con la ayuda de la tecnología la forma de ofrecer nuevas experiencias fílmicas, cambios tan satisfactorios que hoy en día es difícil encontrar producciones audiovisuales privadas de sonido, lo que da a entender que las revoluciones, mal vistas o poco aceptadas en un primer instante, pueden dar resultados completamente eficaces.
Fuentes
Brandt, Hans-Jürgen, “Los inicios del cine”, en Faulstich, Werner y Korte, Helmut (Comps.), Cien Años de Cine, México, Distrito Federal, Siglo Veintiuno Editores, 1995, vol. 1.
García Escudero, José María, Vamos a Hablar de Cine, España, Salvat, 1971.
Gubern, Román, Cine Contemporáneo, España, Salvat, 1973.
Prox, Lothar, “Experimentos en el cine sonoro: El desertor (1933)”, en Faulstich, Werner y Korte, Helmut (Comp.), Cien Años de Cine, México, Distrito Federal, Siglo Veintiuno Editores, 1995, vol. 2.
Pulecio Mariño, Enrique, El Cine: Análisis y Estética, Colombia, Ministerio de Cultura de la República de Colombia, 2008.
Strobel, Ricarda, “Filmes Contra Hitler: The Great Dictator [El Gran Dictador] (1938-1940)”, en Faulstich, Werner y Korte, Helmut (Comps.), Cien Años de Cine, México, Distrito Federal, Siglo Veintiuno Editores, 1995, vol. 2.
Torres, Miguel, Chaplin y el Cine Sonoro [en línea], La Habana, Cuba, 2015, [consultado el 30/10/16], disponible en: http://www.cubadebate.cu/opinion/2015/07/31/chaplin-y-el-cine-sonoro/#.WBaLjfp97IU
Vidal Bonifaz, Rosario, “Los inicios del cine sonoro y la creación de nuevas empresas fílmicas en México (1928-1931)”, Revista del Centro de Investigación. Universidad La Salle [en línea] 2008, 8 (enero-junio): [Fecha de consulta: 30 de octubre de 2016], disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=34282903 ISSN 1405-6690.
[1] Lothar Prox, “Experimentos en el cine sonoro: El desertor (1933)”, en Faulstich, Werner y Korte, Helmut (Comp.), Cien Años de Cine, México, Distrito Federal, Siglo Veintiuno Editores, 1995, vol. 2, p. 202.
[2] Hans-Jürgen Brandt, “Los inicios del cine”, en Faulstich, Werner y Korte, Helmut (Comps.), Cien Años de Cine, México, Distrito Federal, Siglo Veintiuno Editores, 1995, vol. 1, pp. 96-97.
[3] Prox, Op. Cit., p. 201.
[4] José María García Escudero, Vamos a Hablar de Cine, España, Salvat, 1971, p. 67.
[5] Rosario Vidal Bonifaz, Los inicios del cine sonoro y la creación de nuevas empresas fílmicas en México (1928-1931), Revista del Centro de Investigación. Universidad La Salle [en línea] 2008, 8 (enero-junio): [Fecha de consulta: 30 de octubre de 2016], disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=34282903 ISSN 1405-6690, p. 19.
[6] Enrique Pulecio Mariño, El Cine: Análisis y Estética, Colombia, Ministerio de Cultura de la República de Colombia, 2008, p. 52.
[7] García, Op. Cit., p. 67.
[8] Prox, Op. Cit., p. 201.
[9] García, Op. Cit., p. 67.
[10] Ibid., pp. 66-67.
[11] Vidal, Op. Cit., p. 20.
[12] Ibid.
[13] García, Op. Cit., p. 144.
[14] Miguel Torres, Chaplin y el Cine Sonoro [en línea], La Habana, Cuba, 2015, [consultado el 30/10/16], disponible en: http://www.cubadebate.cu/opinion/2015/07/31/chaplin-y-el-cine-sonoro/#.WBaLjfp97IU
[15] Pulecio, Op. Cit., p. 53.
[16] Ricarda Strobel, “Filmes Contra Hitler: The Great Dictator [El Gran Dictador] (1938-1940)”, en Faulstich, Werner y Korte, Helmut (Comps.), Op. Cit., p. 291.
[17] Ibid.
[18] García, Op. Cit., p. 67.
[19] Román Gubern, Cine Contemporáneo, España, Salvat, 1973, p. 134.
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