Breve historia del aburrimiento: un acercamiento desde el cine como entretenimiento


Qué extraño que el aburrimiento, en sí mismo tan estático
y tan sólido, tenga tal capacidad para ponernos en movimiento.
Kierkegaard

El cine, conocido también como el séptimo arte, puede abarcar muchas ramas y puede ser visto o estudiado desde múltiples perspectivas, incluso desde varias al mismo tiempo: el cine como disciplina, como negocio, como medio para la expresión artística, como un sistema de comunicación, un medio de entretenimiento, etc.

A más cien años de su existencia, el cine ha revolucionado la manera en la que las sociedades perciben su entorno y reciben información, se han adaptado, tanto uno como el otro, a los avances vertiginosos que la tecnología ha implementado en el medio en el que se desenvuelven, creando así nuevos paradigmas y estilos de vida. Hoy en día se percibe cómo la sociedad se ha convertido en una sociedad audiovisual, bombardeada con mensajes a través de televisión, smartphones, computadoras, redes sociales, plataformas de streaming, entre otros. En la actualidad, la inmediatez con la que se comparte un video o una imagen es impresionante, sin mencionar la rapidez con la que puede llegar a ser viral, cuestión que, a la inversa, puede llevarlo al olvido en cuestión de segundos.

El presente ensayo parte de la inquietud de conocer la relación histórica dicotómica aburrimiento-entretenimiento, problematizándola desde la historia cinematográfica, con la hipótesis de que el séptimo arte ha mostrado un desarrollo exponencial como medio, sitio y material de entretenimiento a lo largo de su existencia y como una de las industrias más poderosas del último siglo. Finalmente, se pretende hacer un pequeño estudio de caso del cine de horror, ya que este género es construido a partir de una serie de características que lo diferencian de los demás, lo que nos hace cuestionarnos ¿por qué nos entretiene el cine de horror?

Sobre el aburrimiento, el entretenimiento y otros conceptos

Abordar el aburrimiento sugiere una tarea compleja y ambigua que supone una búsqueda ardua de fuentes y de metodologías que acerquen al investigador a solucionar el problema que su estudio supone, es por eso que desde el título de esta investigación se le plantea al lector que se enfrentará a un esbozo de lo que la historia de este concepto puede ofrecer, por lo tanto es pertinente comenzar por entender a qué se ha referido con aburrimiento desde diferentes ópticas. Según el diccionario de la RAE el aburrimiento significa “cansancio del ánimo originado por falta de estímulo o distracción, o por molestia reiterada”.[1] Para Heidegger el aburrimiento es “una persistente indiferencia del sujeto a la búsqueda de un espacio para habitar en el mundo”.[2] Mientras que Dostoievski menciona que “todo tuvo su origen en el aburrimiento”.[3]

El aburrimiento sugiere una búsqueda constante, el origen o un estímulo, pero ¿de qué?, esa es la cuestión. Cada individuo construye sus propios conceptos, gustos, opiniones, por lo que el aburrimiento tendrá el rostro[4] de cada uno del que lo encuentre o experimente, cada persona cuenta con “un secreto que les lleva a buscar la distracción y la ocupación por fuera, el cual procede del disgusto de su continua miseria”.[5] Pero estos individuos, al mismo tiempo, se desenvuelven dentro de una sociedad en concreto, un grupo de personas que los rodea y que los lleva a actuar de determinadas maneras, por lo que, dentro de este mismo conjunto, se buscará la manera de satisfacer las necesidades que se generen en su interior, que más que necesidades puede hablarse de demandas o requerimientos que mejoren el estilo de vida de cada uno de sus integrantes. Así, el aburrimiento en cuestión, lleva a la búsqueda de estímulos para el individuo, originando una serie de estrategias, métodos o productos que intentan erradicarlo o ahuyentarlo por la mayor cantidad de tiempo que sea posible, porque ni el aburrimiento ni el entretenimiento existirán de manera constante y es por ello su naturaleza dicotómica o un símil de la relación causa-efecto, “invisible enfermedad que obedece simultáneamente al ser y al no ser”.[6]

El entretenimiento, por el otro lado, según la RAE es la “acción y efecto de entretener o entretenerse”[7], mientras que entretener significa “distraer a alguien impidiéndole hacer algo; hacer menos molesto y más llevadero algo o divertir y recrear el ánimo de alguien”.[8] Tomando ambos conceptos como una dicotomía, el entretenimiento responde entonces a la recreación del ánimo, a la distracción y búsqueda de la eliminación de lo molesto y el disgusto que crea el aburrimiento en el individuo.

El aburrimiento aparece entonces como un problema de las sociedades modernas, saturadas de alternativas, productos, objetos, acciones o lugares a los que se puede ir, un problema de las sociedades en crecimiento y expansión.  El aburrimiento es casi una enfermedad que busca erradicarse con los fármacos de diversión y distracción, germen que ha llevado a la creación de industrias del entretenimiento que, además de intentar suprimir el estado inconsciente de los grupos humanos, se han convertido en poderosas fuentes económicas que, año con año, invierten más en la búsqueda de nuevos productos que ofrezcan una solución a la demandante y aburrida sociedad, porque:

Sí, sí hay un aburrimiento inconsciente. Casi todos los hombres nos aburrimos inconscientemente. El aburrimiento es el fondo de la vida y el aburrimiento es el que ha inventado los juegos, las distracciones, las novelas y el amor. La niebla de la vida rezuma un dulce aburrimiento, licor agridulce.[9]

El aburrimiento deviene como un problema social en el que los individuos huyen de este estado indeseable de manera desesperada, habiendo crecido agitadamente en un medio asfixiante y trepidante de actividades que los mantienen en constante movimiento y búsqueda de aquello que los conserve ocupados, sobrecargados por las infinitas posibilidades que la competencia social ha erigido a través de actividades de ocio y consumo lúdico.[10]

Desde la antigua Grecia con sus comedias y tragedias, los espectáculos se han hecho presentes en la sociedad, si bien se han formulado con múltiples propósitos y manifiestan diferentes discursos, el aspecto lúdico y de ocio es visible en las congregaciones de individuos que se reúnen durante horas como espectadores de dichas ceremonias. Si bien, los espectáculos de masas no representan en su totalidad la industria del entretenimiento (aunque si fueron pensadas en función de esa masificación), han sido un parteaguas social que han involucrado a grupos de individuos para desenvolverse en estas prácticas que prometen, entre otras cosas, el entretenimiento y la distracción con el fin de generar en ellos un estado primario de diversión, de deleite o de simple curiosidad. Si bien existen medios como los videojuegos que pueden ser utilizados en solitario y a través de mecanismos específicos, se parte de la idea de las masas como origen del entretenimiento cinematográfico, aunque, como se expondrá más adelante, ha ido evolucionando hasta la época contemporánea.

Cine y entretenimiento

La historia del cine ha atravesado por un sinfín de cambios a lo largo de sus casi 125 años de existencia. Se le ha abordado de distintas maneras y desde distintos enfoques, ya que:

El cine es en primer lugar un sitio, donde, en segundo lugar, se muestran películas para unos espectadores, que están colocados, en tercer lugar, de una manera específica respecto a la imagen móvil, proyectada en la pantalla mediante un aparato técnico.[11]

Pensar en cine, puede ser entonces un ejercicio que puede resultar en múltiples variables, pero lo que se pretende aquí es analizarlo como un constructo sociocultural que se ha creado, entre muchas otras razones, para el entretenimiento del espectador, primeramente en masa y, en épocas más recientes, individualmente,[12] con el objetivo de suprimir (aunque sea durante el tiempo que dura una película o un producto audiovisual) el aburrimiento.

El cine no se concibió como lo que se conoce de él hoy en día, no es lo que se conocía en la década de los 50 o en los 80, incluso su invención dio un giro total a lo que se había proyectado de él, ya que

Los hermanos Lumière de Lyon habían ido a París para mostrar el 28 de diciembre de 1985 la aplicación del cinématographe Lumière producido en su fábrica, en el “salón indio” del Grand Café del Boulevard des Capucines. Esperaban una aplicación científica de su invento; no se atrevían a pensar en el principio de una industria del ocio.[13]

Pronto los hermanos vieron en su invento una oportunidad no sólo económica, sino una capaz de recrear imágenes en movimiento que fascinaban y sorprendían a los hombres y mujeres de su época, que se convertiría años más tarde en una de las industrias más importantes del siglo XX y lo que va del siglo XXI, donde los inversionistas apostaron por la innovación que el aparato ofrecía y se enfrentaron a nuevos retos que el cambio de paradigmas traía consigo; “los empresarios de espectáculos de cinematógrafo se veían obligados a buscar un público siempre distinto para las mismas películas”[14], público en un principio deslumbrado por la novedad, que encontraban en las ferias a través de anuncios este espectáculo, donde “el cinematógrafo se presenta a sí mismo como atracción”,[15] pero que, tras la costumbre, cambiaría su modo de percibir y recibir las películas.

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Imagen 1. “Pásatelo bien durante unas horas: vete al cine”[16]

El despliegue del cine reconfiguró la manera en la que se pensaba y se veía el mundo; las sociedades adoptaron no sólo la nueva tecnología, sino que implementaron prácticas sociales a su vida, en las que asistir a las “catedrales del ocio”[17] formaba parte de su cosmovisión y nuevos paradigmas que les harían replantearse nuevos hábitos, así como nuevas necesidades que habría que satisfacer de alguna manera. Pero no sólo la sociedad se adaptó a los cambios radicales que el cine trajo consigo, sino que en sí mismo el séptimo arte tuvo que ajustarse a los cambios que ocurrían más allá de su propia existencia. Tras revoluciones industriales, guerras e innovaciones tecnológicas, se cubrían las necesidades básicas para la existencia del hombre, pero también se le ofrecían comodidades que facilitaban y aceleraban la realización de sus actividades diarias, pero que le generaban, a su vez, nuevos interrogantes e inconvenientes como lo llegaría a ser el aburrimiento. Con el transcurso de las décadas

Las muchas trayectorias de la modernidad parecían entonces fundirse con toda claridad en una vasta maquinaria de aburrimiento en que la previsibilidad proliferaba. El colectivo institucional en el que se desarrollaba la práctica de la vida cotidiana era realmente aburrido.[18]

Así, el cinematógrafo pronto se convirtió en un elemento habitual de las sociedades desarrolladas desde su aparición. En prácticamente cualquier punto del planeta donde hubiera un cinematógrafo, las salas repletas atestiguaban la creciente popularidad del nuevo espectáculo y con ello el espectador de cine se había convertido en un indiscutible protagonista de la Edad Contemporánea.[19]  Aunque el pasar de los años también nos plantea una serie de cambios que sugieren  que

Las razones para ir al cine son muy variadas y cambian con la historia de los cines y con las películas. Son distintas para los espectadores de diferentes clases sociales y varían con sus intereses culturales y sus costumbres de ocio. La razón para ir al cine es en pocas ocasiones una película concreta y a menudo el aburrimiento o las ganas de hacer algo, la soledad o el deseo de estar solos en pareja, la afición de los espectáculos o simplemente el deseo de sumergirse en un sueño (o trauma) colectivo.[20]

Lo que en un inicio comenzó como un entretenimiento de feria, en las carpas o en los cafés, que congregaban a todas las personas de una localidad para que fueran testigos de la innovación que la imagen ofrecía, cambiaría para adaptarse a las nuevas divisiones sociales y económicas que el precio de entrada permitía a los diferentes sectores de la sociedad o que la ubicación geográfica permitía a los espectadores, porque como dicen Anne y Joachim Paech “realmente las visitas casuales a un cine sólo son posibles en las grandes ciudades, donde uno puede huir allí cuando llueve, porque hay bastantes, o se puede intentar huir del calor, porque la sala más próxima no está lejos”.[21]

Los nuevos enfoques y metodologías de las ciencia sociales permiten entonces hacer acercamientos científicos sobre tópicos como el aburrimiento y, aunado a eso, la historia del cine se extiende a terrenos antes poco estudiados o inexistentes y con ello se puede afirmar que “hoy en día la historiografía comienza a interesarse no sólo por qué se veía, sino también por quién lo veía y, sobre todo, por qué”.[22]

El caso del horror, ¿por qué nos entretiene asustarnos?

Luego de pensar en la relación entre el aburrimiento y el cine como entretenimiento, podemos abordar un caso en específico y comenzar a pensar en qué es lo que nos entretiene y por qué. Como se intentó plasmar anteriormente “el aburrimiento puro es el sentimiento que no es ningún sentimiento, sino la posibilidad de todos los sentimientos”[23] y eso da pauta a que cada individuo lo perciba de una manera particular y/o con características únicas que se ven relacionadas con su personalidad, carácter o su conocimiento previo. Asimismo, “al ser el más indeterminado de los sentimientos o, mejor, la indeterminación misma hecha sentimiento, aparece como una criatura entre todas proteiforme, tiene mil rostros contradictorios, habla mil lenguas, es ingrediente de innumerables combinados”.[24] El caso del cine de horror es un caso especialmente interesante ya que, con la premisa de provocar miedo, logra tener un público que espera con ansias las historias que les otorguen una experiencia, entre otras cosas, entretenida.

Las películas nos transportan a otras realidades, no llevan a lugares que probablemente de ninguna otra manera podríamos visitar, nos sacan de la rutina y suprimen el entorno y el contexto en el que nos desenvolvemos cotidianamente por un lapso promedio de dos horas. Pensando en estos mínimos ejemplos nos podemos trasladar al cine de horror, un ambiente lúgubre, oscuro, siniestro, desconocido, un sitio habitado por nuestros más grandes temores, por criaturas que sólo existen en sueños y en la imaginación o, por otro lado, hombres y mujeres que lucen como nosotros, pero que guardan secretos tan oscuros como el fondo del océano. El cine crea estos escenarios irreales, inalcanzables, y se los otorga al espectador para su entretenimiento, individuos cuyo aburrimiento los ha impulsado, quizá, a la vivencia que anhela descubrimientos y que pretenden saltar los límites del espacio y tiempo,[25] de la realidad que se conoce. Así, “las películas de terror tienen el encanto y la gravedad de aludir a nuestros más sórdidos apetitos”.[26]

Como ya comentamos antes, el espectador cinematográfico ha frecuentado el cine al igual que otros centros de consumo social como lo son el pub, la discoteca o un centro comercial[27] con el fin de entretenerse y huir de su realidad. Fue entonces cuando, el espectador de horror, “buscando ese placer inequívoco de la distracción, descubrió otro más sutil y complejo: el del espanto”.[28] El individuo se posiciona frente a una obra que lo transporta a escenarios de peligro, extraños y espeluznantes con la certeza de que podrá vivir esa experiencia y no correr ningún peligro, que podrá regresar a su realidad sano y salvo.

La industria fílmica de horror ha tenido grandes exponentes que han marcado un antes y un después en el género, que van desde directores, actores, maquillistas, productores, etc., que, entre razones económicas, artísticas, comunicativas y muchas más, apostaron por la industria del entretenimiento terrorífico. Para este ensayo creemos que es pertinente abordar dos casos a manera de comparación: Universal Studios y Blumhouse Productions.

El cine de terror de la Universal marcó una época sumamente fructífera para el género. Si bien existieron películas de horror pocos años después de la invención del cinematógrafo, se considera a esta compañía productora como el “pórtico del género”,[29] dando inicio a la edad de oro del terror[30] con cintas como Frankenstein (James Whale, 1931) o Drácula (Tod Browning, 1931) en la década de los 30. Si bien ya hemos mencionado que una de las razones por las que la industria cinematográfica es una de las más exitosas a nivel mundial es la económica, cabría replantearse que sin un consumidor, en este caso un espectador, no habría sentido alguno en invertir tanto tiempo, esfuerzo y dinero en proyectos fílmicos con X características. Universal encontró su nicho de mercado en la sociedad aburrida que buscaba entretenerse, cuyas inquietudes iban encaminadas a la experimentación de otras emociones como el miedo, el susto, el asombro o la curiosidad por ver y escapar a sitios prácticamente inaccesibles y “lista para recibir a toda una legión de monstruos”.[31]

Decenas de obras exitosas figuran en la filmografía de horror de la Universal: Murders in the rue Morgue (Robert Florey, 1932), The Mummy (Karl Freund, 1932), The Old Dark House (Jame Whale, 1932), The Invisible Man (James Whale, 1933), The Black Car (Edgar G. Ulmer, 1934), The Raven (Louis Friedlander, 1935), The Werewolf of London (Stuart Walker, 1935), The Bride of Frankenstein (James Whale, 1935), The Wolf Man (George Waggner, 1941), por mencionar los casos más conocidos del cine mundial y los que han convertido en estrellas de Hollywood a las criaturas más aterradoras que podríamos imaginar (o al menos en su tiempo). Estos casos tuvieron secuelas y aún en la actualidad se hacen alegorías de ellos en las nuevas películas de horror, así como en las que no pertenecen al género, demostrando el gran impacto que han forjado en la sociedad consumidora de entretenimiento fílmico. Sin embargo, no todo fue miel sobre hojuelas, ya que, “a pesar de sus éxitos y los talentos del estudio, la productora decayó cuando el público comenzó a hartarse de los mismos monstruos y buscó otras maneras de divertirse”.[32]

Imagen relacionada
Imagen 2. Boris Karloff como el monstruo en Frankenstein.[33]

Por otro lado, trasladándonos a la época contemporánea, encontramos el caso de Blumhouse Productions, que se ha perfilado como una de las productoras más rentables no sólo dentro del género del horror, sino de toda la industria cinematográfica de los últimos años. Su fundador, Jason Blum, descubrió una manera de llevar a la pantalla grande historias de alta calidad con un ínfimo presupuesto, que luego de su gran descubrimiento y éxito, crearía un acuerdo nada más y nada menos que con Universal,[34] lo que sugiere una especie de renacimiento de la productora que habría comenzado la popularización del género, haciendo del horror un ave fénix que renace de sus cenizas.

Iniciando con su película Paranormal Activity (Oren Peli, 2007), la película más rentable de Hollywood,[35] Blumhouse reinventó el género del horror y comenzó con una nueva era cinematográfica, que ha construido un público fiel a través de sus franquicias como The Purge, Insidious o la ya mencionada Paranormal Activity, lo que nos demuestra como el espectador fílmico de horror continúa consumiendo de manera consistente y colosalmente un cine que, además de entretenerlo, le provoca otra serie de emociones y sentimientos.

Paranormal Activity
Imagen 3. Posters de la franquicia Paranormal Activity.[36]

Conclusiones

El aburrimiento, como el origen de las cosas, como la causa de la creación de algo o como una enfermedad de esta era, ha movido a los individuos a encontrar soluciones para erradicarlo, ya que: 

No queremos saber de él, buscamos eludirlo con ocupaciones que entonces se vuelven esenciales y preciadas; resistimos y hacemos toda clase de contorsiones para evitar que aparezca, para retardar su regreso. A tal punto nos resulta molesto, a tal punto lo aborrecemos y sentimos su amenaza, que podría afirmarse que el aburrimiento siempre se manifiesta de modo que nos movilizamos en su contra.[37]

El cine, como una de las industrias más exitosas del último siglo, busca, entre otras cosas, el entretenimiento de los espectadores y la eliminación del aburrimiento, haciendo del ocio fílmico una de las actividades predilectas de las nuevas sociedades, dígase en masa en las salas convencionales o en la soledad de una habitación que ofrecen los servicios de streaming y el internet hoy en día, incluso se podría hablar del aislamiento que unos audífonos y un smarphone otorgan en un vagón del metro, las horas muertas entre clases o en la hora de la comida, para hacer del aburrimiento de esos momentos algo más llevadero y así disminuir el tedio que genera.

Mientras existan sociedades aburridas, con características y gustos definidos y dispuestas a pagar por ver una película para divertirse, entretenerse o salir de su realidad, la industria fílmica del entretenimiento continuará creando películas para su público, además de reinventarse y tratar con nuevas fórmulas que se adapten a las nuevas necesidades y exigencias de los aburridos contemporáneos.

Referencias

Amara, Luigi. La escuela del aburrimiento. España: Sexto Piso, 2012.

Jankélévitch, Vladimir. La aventura, el aburrimiento, lo serio. Madrid: Taurus, 1989.

Lazo, Norma. El horror en el cine y en la literatura. México: Paidós, 2004.

Memba, Javier. El cine de terror de la Universal. Madrid: T&B Editores, 2006.

Paech, Anne, y Joachim Paech. Gente en el cine. Madrid: Cátedra, 2002.

Parreño Roldán, Christian, “Aburrimiento y Espacio: Experiencia, Modernidad e Historia”. Revista de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Costa Rica –UCR, Volumen 2 – 1, Número 03 (2013): 1-15. file:///C:/Users/Dulce/Downloads/8704-Texto%20del%20art%C3%ADculo-12467-1-10-20130419.pdf

Revers, Wilhelm Josef. Psicología del aburrimiento.  Madrid: Revista de Occidente, 1958.

Ros Velasco, Josefa, “El aburrimiento como presión selectiva en Hans Blumenberg”. Tesis doctoral,  Universidad Complutense de Madrid, 2018. https://eprints.ucm.es/46061/1/T39521.pdf.

Vidal Pelaz, José, y José Carlos Rueda (eds.). Ver cine. Los públicos cinematográficos en el siglo XX. España: Rialp, 2002.

Sitios web

Diccionario de la Real Academia Española.

https://dle.rae.es/?id=0ERLw30

https://dle.rae.es/?id=FohvicG

https://dle.rae.es/?id=FodK1n6

Blumhouse. http://www.blumhouse.com/about/.

Semana. https://www.semana.com/opinion/articulo/el-aburrimiento-fenomeno-social-jovenes-del-siglo-xxi/262544-3.


[1] RAE, https://dle.rae.es/?id=0ERLw30.

[2][2] Heidegger en Christian Parreño Roldán, “Aburrimiento y Espacio: Experiencia, Modernidad e Historia”, Revista de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Costa Rica –UCR,– Volumen 2 – 1 de 2013, Número 03, p. 3, en file:///C:/Users/Dulce/Downloads/8704-Texto%20del%20art%C3%ADculo-12467-1-10-20130419.pdf

[3] Dostoievski en Luigi Amara, La escuela del aburrimiento (España: Sexto Piso, 2012), 19.

[4] Amara, op. cit., 14.

[5] Blas Pascal en Wilhelm Josef Revers, Psicología del aburrimiento  (Madrid: Revista de Occidente, 1958), 32.

[6] Vladimir Jankélévitch, La aventura, el aburrimiento, lo serio (Madrid: Taurus, 1989), 61.

[7] RAE, https://dle.rae.es/?id=FohvicG.

[8] RAE, https://dle.rae.es/?id=FodK1n6.

[9] Miguel de Unamuno en Josefa Ros Velasco, “El aburrimiento como presión selectiva en Hans Blumenberg” (Tesis doctoral,  Universidad Complutense de Madrid, 2018), https://eprints.ucm.es/46061/1/T39521.pdf.

[10] Emilio García Sánchez, “El aburrimiento: fenómeno social en los jóvenes del siglo XXI”, Semana, 6 de agosto de 2012, https://www.semana.com/opinion/articulo/el-aburrimiento-fenomeno-social-jovenes-del-siglo-xxi/262544-3.

[11] Anne Paech y Joachim Paech, Gente en el cine (Madrid: Cátedra, 2002), 10.

[12] Con el desarrollo de la tecnología y las innovaciones como el Smartphone, así como las plataformas de streaming como Netflix o sitios web como YouTube o Vimeo, el individuo tiene la facilidad de acceder y consumir una cantidad enorme de contenido audiovisual sin la necesidad de llevar a cabo el protocolo social de estar en grupo para ver una película o de adentrarse a la sala de cine rodeado de gente para poder convertirse en espectador, aunque está claro que son experiencias distintas y que la asimilación de la información ofrecida por el producto cinematográfico puede desvirtuarse en función de los métodos y artefactos con los que se ejecute.

[13] Anne Paaech y Joachim Paech, op. cit., 19.

[14] Ibíd., 20.

[15] Ibíd., 21.

[16] Ibíd., 371. Póster diseñado por Bernd Reichert en 1958. https://www.pinterest.com.mx/pin/305541155966079278/.

[17] Ibíd., 12.

[18] Ros Velasco, op. cit., 237.

[19] José Vidal Pelaz y José Carlos Rueda (eds.), Ver cine. Los públicos cinematográficos en el siglo XX (España: Rialp, 2002), 10.

[20] Anne Paech y Joachim Paech, op. cit., 371.

[21] Ibíd., 374.

[22] José Vidal Pelaz y José Carlos Rueda (eds.), op. cit., 9.

[23] Vladimir Jankélévitch, op. cit., 62.

[24] Ídem.

[25] Wilhelm Josef Revers, op. cit., 39

[26] Javier Memba, El cine de terror de la Universal (Madrid: T&B Editores, 2006), 13.

[27] Anne Paaech y Joachim Paech, op. cit., 16.

[28] Javier Memba, op. cit., 17.

[29] Ibíd., p. 21.

[30] Ídem.

[31] Norma Lazo, El horror en el cine y en la literatura (México: Paidós, 2004), 92.

[32] Ibíd., 94.

[33] https://www.filmandtelevisionmemorabilia.com/products/frankenstein-1931-boris-karloff-186757.

[34] http://www.blumhouse.com/about/.

[35] Ídem.

[36] http://www.roguesportal.com/31-spooky-nights-paranormal-activity-hexalogy/

[37] Luigi Amara, op. cit., 24.

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